El llegar dos horas antes de lo previsto a San Petesburgo implicó llegar a las 6.30. Gracias a que me dio por guardarme un mapa de la ciudad y los datos del albergue cuando estaba en Tallin. Mi albergue estaba cerca del de Shane y Dominique así que fuimos juntos en el metro, acompañé a su albergue y después me dirigí al mío. Estuve como cosa de un cuarto de hora buscando la puerta del albergue, la dirección era correcta, estaba exactamente donde me indicaba el mapa así que como lo encontraba tuve que llamar al albergue. Era demasiado temprano para ellos, la chica que me contestó al teléfono se quedó totalmente traspuesta cuando le hablé en inglés y tuvo que ir a despertar a otra persona que hablaba mejor que ella para que me diera las indicaciones pero ni con ellas. La persona con la que estaba hablando acabó bajando a buscarme. **En Rusia los números de calle se suelen referir a un bloque entero de varios edificios en ocasiones incluso a una manzana entera así que ahí te las apañes** El check-in no era hasta la 13 por lo que me propusieron pagar media noche y acceder directamente a la cama cosa que hice (eran sólo 3 euros) y no había dormido prácticamente nada en el bus.
Me desperté pasadas las 2, estuve trasteando un poco con el ordenador e investigando un poco sobre la ciudad y otras cosas varias que tenía que hacer. Después de desperezarme salí a dar una vuelta, estaba relativamente cerca del centro así que decidí ir caminando (el metro es bonito y barato pero trayecto a trayecto vas sumando).
He de ser totalmente sincero no había leído nada sobre San Petesburgo antes del llegar la ciudad así que no sabía realmente que era lo que iba a ver, pero tengo que me sorprendió gratamente. Me recordaba a una mezcla de París, Viena y un poco Venezia (sólo porque tiene varios canales) lo cual lo es una mezcla precisamente mala. Los edificios eran bastante ostentosos lo que le daba un gran aire de grandeza a la ciudad. A lo que también contribuían el río y los puentes. Otra cosa que me llamó mucho la atención era la cantidad de tiendas caras, centros comerciales y franquicias que había, me imaginaba que todavía no habrían invadido de esa manera las calles rusas.
Al volver ver al albergue y para cenar me di cuenta de que era el único extranjero de paso, el resto de la gente vivía en el albergue y la mayoría estaban en edad universitaria. Parece ser que la diferencia de precio de compartir piso a la de vivir en un albergue en las ciudades grandes es bastante considerable.
A la noche siguiente tal y como habíamos acordado desde Tallinn nos vimos con Anton y Maria, previamente le había enviado un SMS para asegurarme de que no se habían olvidado de nosotros. Anton se trajo la guitarra y el amplificador para tocar un rato, resulta que al lado del hostal en el que estaban Shane y Dominique había un local en el que organizaban conciertos de vez en cuando y si te plantas por ahí por sorpresa con tus instrumentos te dejan tocar, son muy amables. El local era una antiguo apartamento soviético y seguía decorado como tal. Después de estar haciendo el idiota durante un rato la dueña dijo que le gustaba lo que estábamos «tocando» a lo que Anton rápidamente contestó con un «podemos dar un concierto mañana». Así que me grabaron tocando un poco para colgar el video en la web anunciando el concierto.
A la mañana siguiente empecé a romperme la cabeza con repertorio que se pudiese «arreglar» fácilmente para que un guitarrista (que sólo tocaba thrash metal, he ahí el reto) me acompañase.
Tres horas antes del concierto quedé con Leon, el amigo de Anton que tocaba la guitarra (apareció con una Jackson y un Marshall…como si no lo hubiese visto venir…). Ensayamos hasta 5 minutos antes de empezar, tengo que decir que me desesperaba intentar enseñarle ritmo de muiñera y de polka en la guitarra, siempre se las apañaba para que sonase a metal jajaja.
No había mucha gente, pero bueno, no estaba vacío. El acuerdo era que me llevaría parte de lo que recaudasen durante el concierto y que me dejaban pasar el sombrero. Creo que en total había unas 11 o 12 personas más la gente del bar. Después de casi hora y media tocando y explicando como funciona una gaita acabamos de tocar. Anton dio el discurso final y dejó el sombrero en una mesa. Podría decirse que no estuvo mal del todo logré sacar para pagar el billete a Moscú y no tuvimos que pagar por lo que consumimos. Me quedé con ganas de pasar un tiempo más en la ciudad pero el visado corría así que yo también me tenía que me mover.
Moscú: Rebotando de un lugar a otro, «Charla», Madrileños por el Mundo.
Deja una respuesta