Siguiente parada, Lyon. Buscando la manera más barata de viajar entre Montpellier y Lyon encontré a un transportista que iba hacia allí a las 4 de la mañana…un poquito demasiado temprano, pero que se le iba hacer. Además de eso, el punto de encuentro estaba bastante lejos de la casa de Bruno (donde en teoría me iba a quedar a dormir, pero visto el horario, lo de dormir fue bastante relativo). Como en toda ciudad pequeña, el transporte nocturno brilla por su ausencia, así que tuve que andar unos cuatro kilómetros para cruzarme la ciudad (que apenas conozco) de lado a lado a las tres de la mañana y cargado hasta las cejas, buena manera de empezar un día.
Después de perderme ligeramente (estaba en la calle paralela al punto en el que habíamos quedado), logré encontrarme con el transportista. El hombre sólo hablaba francés y no hacía ningún esfuerzo por intentar entender lo que le decías si no te expresabas correctamente. El viaje se hizo bastante corto, a esas horas mucho tráfico no hay, por no haber no hay ni calles. Durante el trayecto hubo un pequeño tramo que se me hizo eterno, la causa, que empezasen a sonar grandes hits como «Vamos a la playa» y «Danza Kuduro» entre otras.
Llegué a Lyon poco antes de las 6 de la mañana, ciudad de la que no sabía nada, simplemente que a la una me vería en algún lugar con un chaval llamado Benoît para ir hasta su casa. Para hacer tiempo me di un par de vueltas por calles de manera aleatoria, sobra decir que estaba reventado. Así que tras una breve parada para comerme un croissant recién salido del horno, encontré la catedral y me tumbé delante de la puerta para dormir un rato. Al poco tiempo una señora me despertó para decirme que había misa y que me tenía que apartar porque iban a abrir las puertas, la conversación fue bastante extraña pero agradable. Cuando abrieron la puerta entré eché un vistazo y me volví a colocar en la puerta para seguir durmiendo, esta vez había un mendigo delante haciéndome la competencia.
Tal y como habíamos quedado antes de las 12 del mediodía mi anfitrión me llamó para explicarme donde estaba la casa y como podía llegar. Para mi sorpresa la casa estaba en pleno centro en frente del río con unas vistas de la ciudad bastante privilegiadas, la única pega es que se trataba de un 6 sin ascensor y con escaleras de caracol. Benoît era profesor de guitarra y compartía piso con Vincent, un chaval muy majo que estudiaba musicología y tocaba la batería, los músicos se juntan para rascarse.
El plan para el día era dar una vuelta para ver donde me podía colocar para recaudar y ver un poquito de Lyon. Después de darme una vuelta con Benoît por un par de sitios a los que jamás habría ido (había que subir un huevo de escaleras) encontré mi lugar y me pusé a trabajar. La verdad es que fue bastante bien, de hecho ha sido el mejor día hasta ahora.Tras comprar algo para cenar regresamos a casa. Se había unido otro couchsurfer, un gaditano que estaba estaba de paso dirección Alemania.
Esa noche habían invitado a casa a unos amigos para tomar algo. Me presentaron a Lea y a Laetitia, sobran palabras, ya veréis las fotos. Como suele pasar siempre, una cosa llevo a la otra y acabamos siendo unas 12 personas que entre música y hacer un poco el mongol nos dieron las 7.30 de la mañana, cosas que pasan. El siguiente día fue bastante más tranquilo, mi intención era levantarme para ir a tocar por la mañana…pero el sueño y el cansancio me vencieron. Siguiendo mi rutina, después de comer salí a dar una vuelta para ver otro trocito de la ciudad y después, a trabajar.
Durante la jornada de ese día conocía Rebeca, una gallega de Erasmus en Lyon que reconoció el sonido de Galicia a lo lejos. Al acabar mi jordana Benoît se acerco con el banjo e intentamos hacer un dúo whistle banjo en la calle. Tocamos 15 minutos, lo suficiente para poder pagarnos un kebab de cena.
Después de las dos noches anteriores mi cuerpo pedía descansar un poco así que me quedé en casa a cenar y a ver una película con Vincent. Para variar, la intención para el siguiente día era hacer una sesión doble, pero una vez más el poder magnético de la cama y la lluvia impidieron que lo pudiese llevar a cabo. Visto que el día estaba lluvioso y no se podía hacer mucho se nos unieron Lea y Laetitia y pasamos la tarde jugando a las cartas, al póker (pobrecitos no sabían donde se metían). Entre una cosa y la otra y sin darte cuenta son las 4 de la mañana y hay 14 personas en el salón, son cosas que pasan en la casa de Benoît. Después de pelearme con el sofá hasta media mañana, apañé mis bártulos para irme a tocar con todo preparado y después irme a mi próximo destino, Annecy. Después de tocar entre chubasco y chubasco quedé con Rebeca para tomar algo antes de que cogiese carretera una vez más.
Próximamente: Comida frustrada, el lago y extraños en bicicleta.
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